Manifiesto personal

Todas mis actividades quedaban reducidas a mis estudios jurídicos, efectuados con notable desgana, y a mis trayectos de casa a la universidad y de la universidad a casa… No prestaba atención a nada y nada me prestaba atención a mí. Había adquirido la costumbre de esbozar una sonrisa fatigada, como si estuviera de vuelta de todo, parecida a la de un joven sacerdote (…) Las agotadoras sesiones de estudio y el espartano régimen que me había impuesto, me deleitaban.

Yukio Mishima, Confesiones de una máscara, 1949
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